La idea no es tener muchos, sino tener los adecuados y aprender a combinarlos (lo que algunos llaman “sinergias”).
Cómo integrarla en tu rutina diaria (sin complicarte demasiado)
Por la mañana: pon unas gotas de limón + menta en el difusor para empezar el día con energía.
Al volver del trabajo: una sesión de 5–10 minutos de difusión con lavanda para “resetear”.
Antes de dormir: masaje ligero en pies o nuca con aceite vegetal + gotitas de lavanda.
Fecha especial o momento de estrés puntual: mezcla personalizada según cómo te sientas (más fresca, más floral, más envolvente…).
Para nosotros en Vadebio, la aromaterapia es otra herramienta más para cuidarnos con ingredientes que vienen de la tierra, respetuosos, sinceros y hermosos.
Palabras finales (y un recordatorio importante)
La aromaterapia puede ser una compañera preciosa para esos momentos en que necesitas reconectar con tu paz interior, relajarte o simplemente respirar un poco mejor. Pero —y este “pero” es importante— no es una varita mágica: no reemplaza diagnósticos médicos ni tratamientos convencionales. No prometas lo que no puede garantizar.
Tómala como un complemento amable, una caricia olfativa que te invita a parar, respirar y sentir. Con el uso consciente, puede marcar pequeños grandes momentos en tu día.
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